LARGO VIAJE HACIA LA NOCHE

MIS FRASES FAVORITAS de 

"LARGO VIAJE HACIA LA NOCHE

de EUGENE O'NEILL

por Fernando G. Mancha


- El creador se debate, según O’Neill entre dos opciones: la creación pura y la tentación material que representa el triunfo.

- Entonces Nietzsche tiene razón (…) “Dios ha muerto: su piedad por los hombres le causó la muerte”.

- No intentemos entender lo que no podemos comprender. No es posible impedir lo que no podemos evitar… La vida nos ha hecho cosas que no podemos justificar ni explicar.

- El pasado es el presente, ¿no? También es el futuro.

- Nunca he entendido nada, excepto, una vez, hace mucho tiempo, cuando descubrí que mi alma ya no me pertenecía (…) Pero algún día, cariño, volveré a encontrarla.

- … donde la realidad del presente no es sino una apariencia que se puede aceptar o desechar impunemente –incluso cínicamente- o ser totalmente ignorada.

- Bastante no es suficiente.

- Los días de vino y rosas no perduran (Dowson).

- Estamos hechos de sueños y un sueño circunda nuestras vidas (Shakespeare).

- ¡Era la paz, el final de la búsqueda, el último puerto, la alegría de ver superadas las mezquinas ambiciones, los tristes deseos y los dolorosos sueños humanos!

- Y amor. No te olvides del amor. ¿Qué serían los hombres sin el amor de una mujer? Pájaros sin alas.

- No sirve. Los caminos felices son una mierda. Los buenos son los difíciles.

- Te quiero mucho más de lo que te odio.



EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS


MIS FRASES FAVORITAS de 

"EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

de JOSEPH CONRAD

por Fernando G. Mancha


- No soy tan tonto como parezco, les dijo Platón a sus discípulos…

- En el trópico hay que mantener sobre todas las cosas la calma.

- … el silencio de la tierra se introducía en el corazón de todos…

- … odio, detesto, me resulta intolerable, la mentira (…) Hay un tinte de muerte, un sabor de mortalidad en la mentira que es exactamente lo que más odio y detesto en el mundo, lo quiero olvidar.

- Vivimos como soñamos… solos.

- Uno tenía por fuerza que sentirse muy pequeño, totalmente perdido, y sin embargo aquel sentimiento no era deprimente.

- Puedo aseguraros que arrancarse de su lectura era como separarse del abrigo de una vieja y sólida amistad.

- “Le autorizo a correr todos los riesgos”, dijo, después de un breve silencio. “Me niego a correr ninguno”, dije tajantemente.

- “¡Mantén la calma!”, le ordené furioso. Pero era igual que si le hubiera ordenado a un árbol que no se inclinara bajo la acción del viento.

- Y aquel susurro había resultado irresistiblemente fascinante. Resonó violentamente en su interior porque tenía el corazón vacío…

- ¡Es curiosa la vida… ese misterioso arreglo de lógica implacable con propósitos fútiles!