- … un laberinto más hondo e intrincado que la mera locura, un laberinto donde no había escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que le vedasen el paso.
- Hay una vida invisible, subterránea como un venero, por debajo de esta vida que creemos única e invulnerable.
- … a Laura, que tenía ese aspecto derrengado y fúnebre de los maniquíes que han sido apartados del escaparate y arrumbados en la trastienda de unos grandes almacenes.
- La noche se estrellaba en el parabrisas, velocísima y escoltada de farolas.
- Todas las ciudades reservan un secreto, me dijiste. Sólo hay que saber buscarlo.
- … esa misma mirada que parecía venir desde muy lejos.
- … el televisor (…) un ojo sin párpado…
- … la infancia es –como quería Rilke- la patria del hombre…
- El silencio se paseaba por la casa, descalzo y de puntillas.
- … un transeunte con aire de perro sin amo…
- … un mordisco de noche se arrojó sobre ellas.
- Por un segundo, me sentí como un vagón desenganchado de la vida, herrumbroso y abandonado a la intemperie en mitad de un desierto.
- … la incertidumbre es nuestro estado crónico.
- El arte es una forma de vida superior.
- … el amor tiene un ingrediente de entontecimiento.
- … porque no hay pecado, ni siquiera por omisión, que no arrastre su penitencia…
- … un viaje al corazón de las tinieblas [Conrad]…
- … cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que el hombre sabe para siempre quién es.
- ¿Puede un hombre dormirse siendo una persona y despertarse siendo una persona antípoda?
- … leerlo en los renglones anodinos en los que está escrita la vida.
- Aquella infancia funámbula en los alambres de la necesidad…
- Son increíbles los mecanismos de defensa que ingeniamos para esconder nuestros trapos sucios.
- … la acompañó a aquel viaje al fondo de la noche.
- … la mirada azul, que parecía venir desde muy lejos, desde más allá de las telarañas de la locura.
- Dentro de nosotros hay una parte que desea morir.
- Las palabras nos comprometen más que las acciones o el mero silencio, de modo que callé.
- La vida, ese jardín de los senderos que se bifurcan…
- Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño y le dieran una flor como prueba de que había estado ahí; y si al despertar encontrara esa flor en su mano… ¿Entonces qué?
- Schopenhauer se preciaba de no malgastar su tiempo en un libro con menos de cincuenta años de antigüedad.
- Lo peor que le puede ocurrir a un escritor es que se duerma en los laureles de las lisonjas.
- La luz del ventanal afilaba su perfil y clareaba sus ojos de lento otoño.
- ... la transgresión es el motor de su arte.
- ... y paseamos por sus calles, que se iban desnudando de gente...
- Por aquellos ojos de un azul indemne miraba la muerte...
- ... aquellos parajes donde la ciudad se manchaba de hollín y herrumbre.
- Y es que los hombres no necesitan tanto la esperanza como el miedo para sentirse vivos.
- ... un remoto dios que, según experiencia propia, padecía de sordera.
- Nuestros actos (...) reverberan sobre el futuro.
- ... bombeando una sangre espesa como el alquitrán.
- ... la noche volcaba su vómito a lo lejos.
- ... una voz que venía de muy lejos, quizás del país de la locura.
- ... Burkett seguía asfaltándose los pulmones, fumando un cigarrillo tras otro...
- Era un viento antiguo, como escapado de una tragedia griega...
- ... no parecía que hubiese tela suficiente en el mundo para tapizarle la barriga.
- Las cosas se hacen bien o no se hacen...
- ... el azar, esa cinta atrapamoscas...
- Siempre se recuerda en beneficio propio, la memoria altera nuestras percepciones, las envuelve e una bruma de datos sensoriales deformados, moldeados a nuestro antojo y provecho.
- Es el deseo de aniquilarnos; el deseo de probar lo que nos perjudica, violentando el raciocinio, la pura conveniencia. Consuélate pensando que lo padecen todos los hombres. Unos logran dominarlo y otros no, simplemente.
- ... se hizo un silencio denso e inmóvil como un yacimiento de antracita...
- ... porque al creador lo que hoy le complace mañana le desagrada, casi le ofende con su imperfección.
- ... aparecía como una belleza inconsciente de sí misma, huida de sí misma, desamparada de sí misma.
- ... muy al fondo de sus ojos peregrinos en los pasadizos de la locura, aún alentaba un rescoldo de belleza.
- ... la elucidación del misterio es siempre mucho más banal que el misterio mismo...
- ... en uno de esos raros casos de simbiosis en que organismos rivales se fortalecen entre sí antes de despedazarse.
- ... los secretos vericuetos de la vida invisible, como el itinerario subterráneo de los topos, acaban aflorando a la superficie.
- ... la noche se coló como un ladrón descalzo por las ventanas del apartamento.
- ... el dolor cristaliza y se enquista, es un azogue siempre insatisfecho que lanza mordiscos a ciegas, mordiscos que nunca obtienen la recompensa de la saciedad.
- No aspiraba (...) a contemplar en vida el paraíso; me bastaba con poder contemplar sin vergüenza mi rostro reflejado en un espejo.
- ... un coloquio que quizá era una mera colisión de soliloquios.
- ... sentí algo semejante a un corrimiento de tierras en mi interior...
- ... la dueña de la pensión había fregoteado a conciencia el lugar, con esa dedicación escrupulosa del asesino que borra los indicios de un crimen.
- Tirando del hilo se llega al ovillo.
- ... porque los animales enjaulados terminan olvidando los itinerarios del bosque.
- Con esa paciencia que sólo poseen quienes han iniciado una travesía sin rumbo por las tinieblas del alma...
- ... pero en su gesto derrumbado había una antigüedad de milenios que se remontaba hasta Adán, o quizá hasta el mismísimo Dios.
- Yo diría, incluso, que los actos incomprensibles son precisamente los más humanos.
- Tenía esa belleza amarga de los que prefieren sonreír, aún cuando los corrompe la tristeza.
- ... mientras estás en la cumbre del éxito, la gente te adora; luego las cosas cambian.
- ... haciéndome sentir como un insignificante náufrago ante un inmenso océano de probabilidades que se multiplican en progresión geométrica hasta aturdirme.
- ¿Quién puede poner freno a la imaginación?
- A veces, para salvarse, hay que destruirse.